Hay un cantor incesante,
que suele ponerse rímel
y aunque a veces, pareciera,
que más que cantar, él gime,
hay que ver con qué talante
imposta su voz ligera.
Cuida mucho su garganta
para que sea de primera
pues mucho público espera
el virtuoso do de pecho,
tanto como su infanta
que honre el cantor su lecho.
Y si del tema se trata,
para qué más dilación,
que la unión que se ha pactado
entre viejas y beatas
ha sido la diversión
de sociedad y mercado.
Venirse hasta el tercer mundo
y hacer gala de riqueza
no es, sino, de gente gafa
que busca un show tremebundo,
y al fin queda como huachafa
en medio de nuestra pobreza.
Si hasta cerraron Barranco
para que esperen los cholos
a poder cruzar la pista,
ya que ingresarían solo
los señores de guante blanco
y no quien no estaba en lista.
Mas, sean felices y fecundos,
engendren niños y niñas,
olviden las discusiones,
pues las tontísimas riñas
-que las tendrán a montones-
se pasan en un segundo.
CARLOS E. MONTALVÁN
sábado, abril 12, 2008
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario