El amor es tan grande
que mueve montañas de sal
en medio del agua,
para poder bañarnos
en el océano.
Las arrugas son líneas de vida
que se nos van acumulando
con el paso de la risa.
Una rosa es el pedazo de mi corazón
que quiero que esté a tu lado,
porque fuera de ti se marchita.
La guitarra es una cintura apasionada
que se entrega a quien sepa acariciar
las fibras que la hacen vibrar.
Los zapatos son cárceles de cuero
que no dejan que nuestras huellas
se esparzan con libertad.
La cama es una cómplice de la noche
que recibe cuerpos, algunas veces enfadados,
para distraerlos y hacer que se emborrachen de piel.
Los cuadros son pedazos de mano
que se roban mentes
para hacer creer a otros que entienden
lo que esas mentes
indicaron a ese pedazo de mano.
Las paredes son espacios de aire
llenados discretamente
para que los vecinos no se den cuenta
que acabamos de invadirlos.
La ventana es un paisaje
de lo que te espera
si es que te atreves a ser parte de él.
Los libros son un montón de tinta regada
que se esfuerza por demostrarte
que es algo que alguien
algo de alguien recogió.
El sueño es el miedo
a seguir despierto
para averiguar
qué sucede si no duermes.
La sonrisa es un momento
que alguien captó con su cámara
mientras empezabas a llorar
porque no sabías qué sentir.
La risa es el veredicto
final de una dama
en esos momentos importantes
como cuando terminas de hacerlo
o cuando pretendes iniciarlo.
El mito es un cuento
que se creyó importante
y que no dejó de sacarle en cara
a la fábula que, a él, sí lo encuentran
en las enciclopedias.
El charango es un pobre armadillo
que por no saber cantar
terminó siendo guardián de cuerdas.
Una pena es un pequeño barco que naufragó
entre lágrimas del dolor.
Los bebés son pedacitos de persona
con un corazón tan grande
que te pueden decir con total ternura
Papá.
CARLOS MONTALVÁN