jueves, diciembre 08, 2005

¿Quién es quién en Navidad?

Hace unos días tuve la oportunidad de hacer notar a algunos alumnos que, si bien habían decorado de una manera muy alegórica su aula, hacía falta la persona más importante.
De hecho las guirnaldas tienen un significado importante, ya que simbolizan el verde de los prados que van despertando a la belleza de la madre naturaleza, o más bien a la Creación de Dios.

La Corona de Adviento tiene también un valor para la Tradición Católica, como es representar la etapa de espera, de preparación del advenimiento del Salvador, al cual nos venimos preparando en los salones cuando nuestros Titulares encienden las velas todos los días al iniciar la Tutoría y hacen la reflexión respectiva.

Sin embargo hubo un elemento que me llamó la atención: la presencia de Papá Noel.
Seguro es muy natural ver a este rollizo barbudo vestido de rojo y con una ropa que nos recuerda el frío del polo norte.

Pero la pregunta que le hice a mis alumnos fue: ¿qué tiene que ver este personaje con la Navidad?

Algunos no supieron qué responder, otros decían que era del profesor, otros que era el que traía los regalos.

Pero, ¿no fueron acaso Melchor, Gaspar y Baltasar quienes regalaron oro, incienso y mirra al Niño? Esto es, ¿en qué momento aparece Papá Noel en medio del Misterio de la Encarnación?, ese misterio que nos permite conocer al Hijo y a través de Él, conocer al Padre Bueno que es Dios.

Resulta que el martes pasado se celebró el día de San Nicolás, personaje que, vestido de púrpura -pues era Obispo- les entregaba regalos en Noche Buena a los niños más pobres de su localidad. Este Santo, ejemplo de virtudes propuesto por la Iglesia, para que nosotros los fieles tengamos un modelo de vida a seguir, se ha convertido en el verdadero símbolo de la Navidad. Lo peor de todo es que ya ni siquiera es San Nicolás.

En Chile le dicen el Viejo Pascuero, en los Estados Unidos es Santa, en Centroamérica Santiclos y aquí en el Perú Papá Noel.

Pero, ¿de dónde salió este advenedizo personaje? Pues simple, en una campaña navideña de The Coca Cola Company no tuvieron mejor idea que crear al rollizo, barbudo y colorín. ¿Para qué?, pues para añadirle a la Coca Cola el espíritu navideño. Es decir, se desvirtuó el papel de San Nicolás, presentándolo como un cansado viejo que al terminar de entregar regalos en su trineo con renos voladores (¿?) se deleita con una Coca Cola, como si San Nicolás hubiera probado la Coca Cola algún día de su vida, pues no existía todavía cuando hacía su obra de caridad.

Años más tarde este truco publicitario fue tomado por las más importantes casas vendedoras con un solo objetivo: generar el “ambiente navideño” a partir del ambiente creado por la Coca Cola. Es así que empiezan a aparecer los trabajadores disfrazados de este nuevo personaje, los muñecos que se tocan la barriga y dicen Jo Jo Jo, los sombreritos rojos con ese peluche blanco que por ser verano aquí en el Perú hace que te mueras de calor cuando te lo pones.

Ahora mismo, debemos aprovechar los días R para encontrar precios comodísimos, o los 7 Días Fantásticos para encontrar el regalo de nuestros sueños.

¿Y el Niño Jesús? Por ahí seguro, detrás del frondoso árbol.

Hace unas cuantas décadas los regalos eran traídos por los Reyes Magos, el 6 de Enero. Hoy en día los trae Papá Noel y si no hay un buen regalo, pues entonces no es una buena Navidad.
En lo personal no tengo nada contra el hoy tergiversado Papá Noel, pero definitivamente nos aleja de lo que realmente vale en la Navidad: el regalo que Dios nos hace al enviar a un Niño pobre, tierno y sin maldad a que cumpla la Misión de brindarnos la Salvación y a que se cumplan las Escrituras con su Vida, con la entrega total y absoluta, con ese amor que debe unirnos, con ese amor que basta y sobra porque no hay mayor regalo que el que da la vida por los demás.
Que pasemos una Feliz Navidad, con algún regalo seguramente, pero siendo conscientes de cuál es nuestro verdadero regalo.

CARLOS E. MONTALVÁN

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