lunes, febrero 14, 2005

Palazos a Palacios

Yo veo a Hildebrandt. Desde que tengo uso de razón.

Sin embargo, mientras don César va al corte aprovecho ahora para zappear a la Palacios.
Está insoportable.

La última vez que la vi solicitaba a Popy Olivera que la lleven “enmarrocada” a dar su testimonio, de abrirse la comisión investigadora del complot. Qué vergüenza. Una abogada usando léxico del hampa. ¿Dónde se ha visto? Y no hay excusa, porque aunque la burrada “hayga” esté en el diccionario jamás me permitiré semejante asquerosidad como la de pronunciarla. Por siaca.

Recuerdo cuando veía Fuego Cruzado... cómo detestaba a la Balbi cuando interrumpía. Sin embargo a lo largo del tiempo, y ahora en RPP, ha dejado los malos hábitos.

Ahora bien, jamás la vi ponerse como chibola tratando de defender una posición personal y menos poniendo una risa nerviosa entre picona y cachosa. Es que es psicóloga y se sabe controlar.

Rosa María no.

Mi buen amigo Julio Mateus, dueño de un excelente blog, escribió sobre esta neo periodista una pequeña línea. Y ella saltó hasta el techo, respondiendo a la versión atrevida de Julito. Los invito a revisar su web.

Ese es el tema que la tiene inquieta.

Y alucina que está todavía frente a un público enano –sólo en cantidad y no en inteligencia-, teniendo hoy un espacio en la señal abierta. Mucho cable.

Retomando el tema que inspira este texto, la abogada no sabe controlarse y se pone en una situación muchas veces ridícula peleando con sus entrevistados. Una cosa es la sorna con la que repregunta don César –que recién está empezando pues muchos lo recordamos como un ácido- y otra la defensiva de Palacios. No sabe hacerla pues.

Y es que hay que saberla hacer. Si no, escuchemos a doña Zenaida Solís. Ella sí que es una maestra en el periodismo, y qué bien se le siente cuando hace una pregunta pícara o que saca roncha. Ella maneja la situación perfectamente y no pierde los papeles.

Ese es un grave problema. Periodista que se pica pierde. Pero como la abogada no es periodista, a pesar de que la colonia judía la haya sindicado como la “mejor periodista” de algún año pasado, se pica. Y pierde.

En fin.

Creo que lo mejor será seguir con Hildebrandt, y reír con sus ocurrencias en medio de las entrevistas.

CARLOS E. MONTALVÁN

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