jueves, diciembre 21, 2006

Ya no sé si es la OSN o la ASNA

Qué poco le dura la brillantez televisiva a algunas personas. Lo triste es que por lo general se debe a un mérito propio.

El domingo pasado, uno de los programas dominicales nocturnos de noticias, cedió algunos minutos a un personaje bastante pintoresco de nuestra faunarándula musical. Sí, a esa mujer que desborda sensibilidad –como carnes su vestido-, que es don de tempo –o de impromptus-, que tiene el coraje –y el cuajo- de pararse frente a músicos –algunos más que otros- para “dirigirlos” en la cada vez más venida a menos Sinfónica Nacional.

Ya he expuesto mis razones de por qué Mina Maggiolo no debe estar parada en un podio. Y, como para poner el parche antes que salga el chupo, la periodista del reportaje no tuvo mejor idea que la de decir “en un mundo que ha estado dominado casi exclusivamente por hombres”, como si quienes estuviéramos en desacuerdo –y en absoluto cuerdos- podríamos ser descalificados por “sexistas”, o mejor, “machistas”.

Pero, como expresé ya, no es necesario que uno escriba, sino que nuestros protagonistas nos den las anécdotas para transmitirlas.

Amén de ser ahora no sólo directora de orquesta, sino profesora de canto y preparadora de actores, se corona esta vez como erudita musical.

Para que entendamos todos el relato debo realizar algunas aclaraciones previas.

Estas fechas son propicias para los jóvenes artistas (hasta los veintiséis años) para presentarse a un concurso buscando ser solista de la Orquesta Sinfónica Nacional. Al ser la única en el país -a pesar que los mismos músicos se pasean por todas las que se van abriendo, incluida la ultimita de Sabat-, llega a ser una necesidad la de presentarse en dicho evento.

Como es de suponer, un ilustre grupo de maestros conforma el jurado calificador, siempre con la mirada del director, en este caso la directora.

Un buen amigo y excelente músico, de quien no diré nombre para no influir negativamente en la decisión del jurado, se presentó a la calificación. Amén de las idas y vueltas que tuvo que realizar -que puede sean motivo de otra publicación- el momento culmen, el paroxismo, el clímax, el orgasmo de la historia llega a sus retinas a continuación.

Clarinetista él, presentó una Rapsodia. Para quienes conocen de música deben estar sospechando que se trata de Debussy. La experimentada directora solicitó al joven músico conocer qué obra interpretaría, a lo que él respondió una rapsodia, maestra. Seguidamente, la directora solicitó que escogiera uno de los movimientos de la pieza… sorpresa del instrumentista. Las rapsodias no tienen movimientos.

A continuación, la respuesta del muchacho fue maestra, la obra no tiene movimientos. La erudición musical parló nuevamente: entonces toca un fragmento. Obligado por las circunstancias, uno de los jurados debió acotar maestra, cada solista ha utilizado quince minutos, y la obra que va a presentar el muchacho no dura más de ocho. Inmutable, la “maestra” pidió entonces que la hiciera toda.

Vuelvo yo a preguntar, ¿en qué país culturalmente de residuos orgánicos de animal (para que no suene muy fuerte la palabra mierda) estamos?

¿Nos merecemos a una ignorante musical como directora de orquesta?

¿Qué pasaría si al Ministerio de Educación se le ocurre evaluarla? ¿Sabrá lo que es la forma sonata y cómo está dividida? ¿Tendrá idea acaso de lo que son las tesituras? ¿Habrá aprendido ya a diferenciar en la partitura un calderón, de una pestaña caída sobre la última nota?

Ahora bien, desgraciadamente la culpa no la tiene Mina, la tiene quien la designó, quien le hizo creer que era directora, a pesar que en el Conservatorio parece que hace muchos años atrás le recomendaron se dedique a cualquier cosa menos a la música.

No es justo, nada justo que mi hijo no disfrute de un concierto bien dirigido. Que ni siquiera sepa que cuando un director cierra una obra suele tener una géstica descendente lateral derecha con la mano que termina en puño, y no las dos manos sostenidas en el cielo como alabando al Señor Bendito.

Más bien, elevemos nuestras manos hacia el cielo a ver si alguien se hace cargo y se contrata a un profesional. O para que los amigos reporteros no se arañen, una profesional.

CARLOS E. MONTALVÁN

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Me parece que deberìas dedicarte a la crìtica de arte. NO! Perdòn! Tenemos uno y "maravilloso":nada menos que el "Roto Quezada", casi casi el de Condorito.
Si la señora Bàkula cree que se contrata a un director o directora porque fue su compañera de carpeta.... uyuyuy!
Que tiemblen las playas, porque la OSN con su directora màs, comenzaràn a pasearse por ellas.
Què horror!

Anónimo dijo...

Es realmente penoso, por decir lo menos, tener "autoridades" musicales de ese nivel, ultimamente ser director de orquesta y tambien de coros(esa es otra terrible historia) es la chambita que consiguen muchos musicos incompetentes.
Para empezar a estudiar direccion orquestal en cualquier conservatorio del mundo debes DOMINAR un instrumento de cuerda , otro e viento y ser pianista, ademas de conocer estilos, historia, cultura musical, etc etc, mas obviamente la gestica adecuada.
Para dirijir coros debes ser pianista, cantante, haber sideo solista con coros y con orquestas, obras de los diferentes periodos y despues de una ardua preparacion previa evaluacion se le admite como alumno de la especialidad, pero aqui,lamentablemente no es asi.
Roguemos al Altisimo que haga un milagro(uno mas) en nuestro pais y en nuestra alicaida cultura y que cambie todo esto.

Anónimo dijo...

Conozco a Mina, buena gente la señora, como musico , soy testigo presencial de las sugerencias del maestro de direccion que le propuso dedicarse a otra cosas