miércoles, junio 18, 2008

Cocina en el arenal

Fundar una escuela de cocina en Pachacutec puede ser noticia en un diario chicha.

La cobertura que posiblemente se le daría es probable que fuera flor de un día.

Pero esta historia tiene algo de especial y está relacionada a uno de los personajes jóvenes más importantes de los últimos años.

El carismático y despeinado cachetón, que da la nota en cuanto a cocina se refiere, le ha dado una gran sorpresa al país.

Sin bastarle ser un modelo de trabajo y éxito empresarial, es ahora un esforzado asistente social.

Dar la oportunidad a jóvenes vecinos (y no tan cercanos) de Pachacutec es una labor a la que no muchos empresarios están dispuestos. Y es que no genera ingreso alguno. Todo lo que se invierte es específicamente para los chicos y chicas estudiantes.

Para quien está acostumbrado a ir a la playa, comerse un cebiche o simplemente haber ido al mercado y haber visto un pulpo, experimentar con las ventosas no es sino historia conocida. Pero para una chica que se ha pasado la vida en el arenal y sólo ha tenido acceso a la sopa de fideos con verdura, cuando había para "parar la olla", es una experiencia inenarrable.

Cuesta algo así como treinta soles al mes la educación (costo de un plato misio en La Mar) y después de haber practicado toda la mañana, al mediodía lo mismo que cocinaron sirve de almuerzo para la hambrienta juventud.

Visitan, además, los más prestigiosos y refinados restaurantes para experimentar en el mismo centro de operaciones y creaciones. Facilidad -y visión- que sólo tiene alguien como Acurio.

Gastón, ya no solo te admiro porque bien te haces llamar cocinero y te parece huachafo eso de cheff. Ya no solo te admiro por las creaciones del hermano Pepe. Ya no solo te admiro por la hermosa mujer que es Astrid (tenía que decirlo). Ya no solo te admiro por tu discurso en la Pacífico.

Ahora te veo humano. Más humano que nunca, por esta generosa iniciativa, y el apoyo constante que te dan tus amigos cocineros, y tus ayudantes, quienes no te cobran un real por dar de su tiempo y abrir las puertas de sus cocinas para los alumnos.

Dios quiera que algunos más copien tu idea, y no solo anden buscando descubrir las recetas.

Y a los esforzados muchachos de Pachacutec: adelante maestros, que por gente como ustedes es que el Perú se merece ser mejor, y de hecho, ustedes lo hacen un país mejor.

CARLOS E. MONTALVÁN